
Desde el inicio del siglo XX nuestro pueblo fue promesa de progreso y prosperidad, todavía a finales de la década de 1890 la ciudad de Iguala era la población más representativa del estado de Guerrero, ya que tenía la mayor población incluso por encima de las ciudades más grandes del estado, ya para 1905 en Iguala se inauguraba el ferrocarril que se pretendía llegaría hasta el puerto de Acapulco, he aquí nuestra primera desilusión. El desarrollo de los acontecimientos históricos nacionales de la época truncaron drásticamente el gran impulso que se perfilaba para la ciudad, ya por ser parte del tránsito obligado al puerto de Acapulco el ferrocarril, el principal medio de transporte de la época, solo propicio un ligero crecimiento económico que nuevamente en 1910 fueron determinados por los acontecimientos históricos nacionales con la revolución. En poco tiempo Iguala quedo desplazada por el puerto gracias a su inminente importancia comercial y se aunaba su impulso turístico.


El descontento social era evidente, todo colapsaba, aun los Igualtecos no comprendíamos que fuimos desplazados, la inmigración a otras ciudades y países se pronuncio en busca de mejores expectativas de trabajo, de estudio, de vida.
Ya hacia quince años que Chilpancingo ocupaba el honorable segundo lugar en población, el desarrollo urbano de esa ciudad se pronunció y en Iguala, nada pasaba, son inolvidables las crisis de falta de agua en toda la ciudad, los famosos baches, la inseguridad, el polvo y tal vez, solo tal vez, pareciera que el calor se intensificaba.
Sin embargo, una vez más, como recordando que fue aquí donde se suscitaron los hechos históricos más trascendentales de nuestro país, como si la memoria de integridad local de fuerza, de unión propiciaba que el pueblo de Iguala, con merito propio, comenzara poco a poco a propiciar su desarrollo. La impotencia de vernos discriminados y desplazados logro hacernos voltear la cara atrás en el tiempo y ver que no necesitamos ser ciudad de paso para progresar, que nuestra historia y legado al pueblo de México vale mucho más y que no necesitamos ser una urbe para pensar que Iguala es grande e importante.
A finales de los noventas y principios de este nuevo siglo, Iguala levanta la cara, se inicia la construcción de la prolongación del bulevar Heroico Colegio Militar, una de las mejores obras de la ciudad, su deterioro fue lamentable en la construcción del bulevar Iguala, que hoy atraviesa la ciudad y que es una de las más importantes obras y que cuenta en algunos tramos con hasta ocho carriles. La organización de los comerciantes del oro para la construcción del primer centro joyero de Iguala, impulso la proliferación de esta industria comercial, Iguala cuenta con centenas de joyerías distribuidas en decenas de centros joyeros y particulares que ofertan sus productos y que han dado a Iguala nuevo nombre: “La ciudad del oro”, poco a poco, infinidad de Igualtecos promueven el establecimiento de comercios con franquicias reconocidas nacional e internacionalmente, iconos impresionantes como el asta bandera están dando un giro de miras al progreso y desarrollo local, hemos echado un ojo a la Historia y encontramos la respuesta:

Comprendemos que es necesario promover una nueva cultura social, una cultura turística que permita establecer las bases para el desarrollo de esta industria, aprendamos a ser más amables, mantengamos limpias nuestras calles, embellezcamos nuestras casas, reforestemos, hagamos lo necesario para que cada centímetro de nuestro pueblo sea más atractivo, cuidemos y preservemos nuestras raíces, nuestros monumentos, nuestra historia. Desarrollemos nuestra ciudad, ahora es el momento.
Con amor al pueblo.
1 comentario:
Me parece bien que progrese Iguala pero también es necesario que progrese la mentalidad de su gente y sobre todo el éxito de este progreso se verá reflejado cuando al fin los jóvenes igualtecos tengan opciones suficientes para quedarse a vivir en su tierra, ya que muchos se van porque no hay trabajo.
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